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[aymara] Etnogenesis y estratogenesis del movimiento social boliviano (rebelion.org)



Recomiendo recomiendo recomiendo y recomiendo
este artículo por lo que tiene de esquema
general del origen de las dos grandes
fuerzas sociales bolivianas de base india.

Por supuesto, en rebelion.org

Saludos

Alex Condori

PD: Tambien denle un vistazo al enorme
repositoro de articulos sobre realidad
boliviana en

http://www.rebelion.org/bolivia.htm


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http://www.rebelion.org/bolivia/031023fajardo.htm

23 de octubre del 2003 

¿Quiénes subvirtieron la Bolivia de Goni?

ETNOGENESIS Y ESTRATOGENESIS DEL MOVIMIENTO SOCIAL
BOLIVIANO. (Breve perfil histórico del movimiento
indígena que revirtió el proceso neoliberal en
Bolivia)

Erick Fajardo Pozo

Rebelión


En el epicentro altiplánico de la re-emergencia
indianista, en el escenario de un alzamiento ciudadano
por la soberanía y en el aniversario de la
colonización de América, se suscitó una masacre que,
por la disparidad de fuerzas y por la brutalidad del
proceder del gobierno boliviano, trajo a nuestra
memoria los pasajes más lamentables del primer
contacto de los nativos americanos con occidente. Pero
el pasado 12 de octubre, la fiereza de aymarás y
quechuas también nos hizo rememorar lo dificultoso que
le resultó a Europa hacerse de un continente que
después de 500 años aún no termina de ser conquistado.

Estos elementos han cargado de simbolismo la postura
de los sectores sociales y de mística a los líderes
indígenas que condujeron la heroica revuelta contra un
gobierno boliviano y un orden social mundial que hasta
el 12 de octubre parecían inexpugnables. Esa fecha
marca también el momento en que un conflicto
?desvirtuado en el discurso gubernamental como mera
protesta indígena? cobra proporciones de movimiento
ciudadano y abandona la ciudad aymará de El Alto para
instalarse en la urbe metropolitana de La Paz, la urbe
valluna de Cochabamba, la capitalina ciudad de Sucre y
la megápolis oriental de Santa Cruz.

En un país usualmente fragmentario y de identidades
dispersas, la recesión económica y la exclusión social
han fusionado a un movimiento indianista eminentemente
rural y a una clase media urbana venida a menos. El
catalizador de este fenómeno no ha sido otro sino el
proletariado minero re-campesinizado que hace diez
años, al cerrarse las minas, decidió retornar a la
actividad agraria y residir en el trópico cochabambino
y que hoy conforma la organización social más
importante desde la COB de los años 80: El movimiento
cocalero. Este actor social, de construcción histórica
obrera, pero de origen étnico aymará pudo ser capaz de
interpelar a la dispersa subalternidad de "las dos
Bolivias" y proveerle del propósito colectivo
integrador que la sociedad civil y el movimiento
indígena no habían vuelto a encontrar desde la
revolución nacional de 1952: La recuperación de la
soberanía nacional sobre los recursos y el suelo.

La composición histórica del movimiento social
boliviano.

Para entender al complejo movimiento social que hoy
vanguardiza la defensa de la soberanía y los recursos
naturales bolivianos de la rapiña transnacional, hay
que entender que la génesis de sus actores es diversa
y que ellos mismos son heterogéneos. Es innegable que
el núcleo orgánico y la fuerza de choque de este
movimiento social híbrido es de procedencia indígena,
pero lo componen dos elementos sociales distintos: El
incipientemente urbano y el históricamente rural. El
componente urbano es fácil indentificarlo en una
Federación de Juntas Vecinales de El Alto que fue el
articulador de las movilizaciones de octubre. El caso
del componente rural es más complejo pues se puede
ubicar en la Confederación Sindical Única de
Trabajadores Campesinos de Bolivia; pero aún la CSUTCB
(por su sigla) posee dos diferentes componentes
sociales, cada uno de características muy
particulares: El movimiento cocalero del trópico y el
movimiento indianista del altiplano.

Ambos componentes sociales tienen un origen étnico
común, pero un desarrollo histórico diferente y en
consecuencia una identidad cultural y objetivos
políticos independientes. Sin embargo ambos han
ingresado en mayor o menor grado al escenario de la
política estatal y tienen por consiguiente una
dimensión partidaria que en el caso de los cocaleros
se denomina MAS y en el de los aymarás se denomina
MIP. Pero a desdén de esta característica común, pocas
otras cosas han ligado a cocaleros e indios; la
explicación parece estar en su génesis política.


 ** El MAS y la estratogénesis cocalera.


El movimiento cocalero es de ascendencia étnica
indígena aymará, pero su cultura política remonta
orígenes a una histórica clase obrera boliviana,
compuesta casi en su totalidad por trabajadores
mineros. A su vez, la comunidad minera es anterior al
modo de producción capitalista y remonta orígenes al
modo de producción colonial esclavista.

Durante la colonia, el señorío aristócrata europeo
recuperó un sistema nativo de prestación de servicios
a la comunidad llamado "mita" y lo adaptó a los
intereses del imperio colonial. Enormes cantidades de
indios altiplánicos fueron desarraigados de sus
comunidades y de la actividad agrícola para dedicarse
a la explotación minera, una tarea que atrapó a por lo
menos diez generaciones de indios en una actividad
entorno a la cual desarrollaron una cultura aislada
del escenario nacional hasta el fin del periodo
republicano, muy posterior a la revolución industrial.

La revolución nacional introdujo la forma de
organización sindical en la industria boliviana y
reconstituyó la identidad política del trabajador
minero.

El sindicalismo proveyó de conciencia de clase al
minero que, después de cuatro siglos de explotación
esclavista, conoció la reivindicación de sus derechos
laborales.

El minero fue actor central en la revolución nacional
y en todo el proceso del estado nacionalista. Su
imaginario político es urbano y marxista y su ethos
sindical está orientado a la búsqueda de la igualdad y
la justicia social en términos del estado. El minero
era una identidad política interior al estado.


 ** 1986.


Un nuevo cambio de modelo político en el país ? del
estado nacionalista al estado neoliberal ? generó el
fin de la minería estatal y con ello el despido masivo
de 15.000 trabajadores mineros. En 1986 un millar de
familias mineras iniciaron un éxodo sin destino que
llevó a una gran parte de ellos a optar por el retorno
al anal histórico de la producción agrícola.

La alternativa lógica parecía ser Cochabamba, un
departamento central denominado como "granero de
Bolivia" por su vocación agropecuaria, sin embargo era
también plaza del remanente de la más rancia
oligarquía blancoide colonial y republicana. El
rechazo de los pobladores tradicionales de Cochabamba
a los migrantes mineros, sumado a un precario aparato
productivo incapaz de asimilar una enorme oferta de
mano de obra no calificada, empujó a los mineros a un
nuevo éxodo, esta vez al próximo trópico cochabambino,
donde buscaron retornar a la actividad agrícola en
plan de colonos de tierras hasta entonces inhóspitas.

En una década de asentamiento en el Chapare, el
migrante de las minas entendió que sin sistema de
transporte, sin vías de acceso y sin mercado interno
y/o externo para sus productos las opciones de
producción eran escasas y se dedicó al cultivo de una
planta que en principio era producida para el consumo
interno y el uso ritual, pero que en lo más recóndito
de la selva era cultivada como materia prima de la
cocaína, una industria ilegal que siempre tenía
demanda de hoja de coca.

Así, durante la década de 1990, la producción agrícola
del Chapare se centra en la hoja de coca, cuya
producción es la fuente de subsistencia de miles de
familias campesinas en el Chapare y fuente de recursos
para un activo sindicalismo cocalero que combate la
lógica neoliberal con el rencor histórico del minero
desempleado y desterrado.

El sindicalismo campesino chapareño evoluciona en un
instrumento político llamado Movimiento al Socialismo,
cuya misión es representar en el parlamento el interés
de un campesinado presionado por el gobierno para la
erradicación de la coca. Pero a cinco años de su
creación y en la segunda elección democrática de su
historia, el MAS sorprende consiguiendo la segunda
mayoría en las elecciones generales del pasado año.
Una confluencia de la izquierda intelectual urbana y
del campesinado cocalero componen la fórmula
partidaria que interpelará a sectores hasta entonces
desarticulados e incluso antagónicos de la
subalternidad boliviana. Indígenas del oriente y del
altiplano, comunidades rurales y juntas vecinales de
la ciudad, izquierdistas e indigenistas confluyen
entorno a un partido constituido sobre la mítica del
cocalero y la mística de la hoja de coca.


 ** El MIP y la etnogénesis del indianismo 


El Movimiento Indianista Pachacuti, también remonta su
identidad política a un proceso histórico que lo
separa de la génesis de clase del movimiento cocalero.
Los referentes ideológicos del MIP son la cosmovisión
andina y la política de resistencia a la asimilación
de su identidad ancestral a la república y al estado
practicadas por Tupac Katari y Zárate Willka.

La etnogénesis aymará no es un proceso único, sino que
es resultado de varios momentos históricos de ruptura
con la cultura dominante, que generaron las
condiciones para la reafirmación de sus mitos
guerreros y la reafirmación de su identidad cultural.
El pueblo aymará era bélico e irreductible y aún para
el precolonial gobierno quechua había significado un
problema lidiar con su belicosidad.

Sometido, desarraigado y oprimido desde temprano en su
historia, el aymará ha hecho de la insurrección el eje
de su mitología y del enculturamiento su estrategia de
resistencia. No inventó la república el ardid de
aislarlos geográficamente o de dispersarlos y, aunque
se ha intentado desde diferentes tipos de
administración política a lo largo de 900 años, el
sentido de identidad del aymará ha sobrevivido a todo.

En este proceso de etnogénesis continua han ayudado
varios hitos fundacionales ?mitológicos e históricos?,
así como la moderna elegización heroica de los
capítulos más trágicos de ruptura entre el aymará y la
república, literaturizada por algunos intelectuales de
la década entre 1960 y 1970 que, en el afán de una
precoz antropología política y una incipiente
sociología de la cultura, se constituyeron en los
ideólogos de la más importante re-emergencia
indianista desde Zárate Willka, a principios de 1899.


 ** 1986.


El Vuelco del estado nacionalista al estado neoliberal
fue también un momento fundacional para el movimiento
indianista aymará. En criterio de algunos teóricos es
la lógica descentralizante del neoliberalismo lo que
revitaliza las microidentidades y con ello un
indianismo que, en Bolivia, es de por sí vigoroso.

Si el estado benefactor no había podido hacer sentir
al indio como "interior al estado", mucho menos lo
haría un estado de libre mercado que se desentendió de
las obligaciones sociales, privatizó al aparato
productivo estatal y ? con ello ? desintegró a la
clase obrera, condenando a los desahuciados al
subarriendo laboral sin garantías ni beneficios
sociales y empujando al minero y al obrero estatal a
abandonar su identidad de clase y acogerse a su
identidad ancestral.

Si estas medidas habían obligado al obrero a retornar
a su ethos agrario, en cambió le habían dado al indio
el soporte para sustentar su evangelio de inviabilidad
del estado boliviano y la primera manifestación de ese
refortalecimiento se llamó EGTK.


 ** 1999. El EGTK.


Apenas promulgadas las leyes de "reforma" del estado,
el siempre latente insurrecto del imaginario aymará
gestó, en el seno de la CSUTCB, al Ejército
Guerrillero Tupac Katari, una organización subversiva
que se declaró brazo armado de un histórico proyecto
autodeterminativo de la nación aymará planteado por
Tupac Katari (1734) y Zárate Willca (1899). Esta nueva
versión del proyecto de escisión indianista tiene un
importante soporte de las clases intelectuales urbanas
y su ideólogo es un joven intelectual de nombre Álvaro
García Linera.

El gobierno de entonces, irónicamente a la cabeza de
Gonzalo Sánchez de Lozada, ejercita prolijamente el
mecanismo de descalificación "de manual" del
imperialismo. Estigmatiza al EGTK como la antítesis
del "país de oportunidades" que ofrece el proyecto
neoliberal de su partido y así consigue la omisión
cómplice de los sectores sociales urbanos y la
complicidad abierta de la mass media para perseguir y
castigar a sus integrantes por una acción política que
la prensa consigue introducir maniqueamente en el
imaginario social como un crimen: la subversión.

El líder del EGTK, Felipe Quispe Huanca, que se había
autoproclamado como "Mallku", un guía espiritual y
religioso milenario en el pueblo aymará, es juzgado y
condenado por terrorismo y subversión junto a los
intelectuales García Linera y la mexicana Raquel
Gutiérrez, entre otros.

Por entonces una desencantada ciudadanía boliviana
buscaba una utopía después de dos décadas de dictadura
militar y un fallido primer gobierno democrático
consumido por la hiperinflación y el descontento
social. El neoliberalismo ofreció ser esa utopía
social y la ciudadanía, hambrienta, desempleada y
convencida del fracaso del estado proteccionista, lo
abrazó como última esperanza. Así, la prensa nacional
hace omisión deliberada de lo que no descalifica y el
movimiento ciudadano se desentiende de las
reivindicaciones aymarás, rompiendo la precaria unidad
que existía entre movimientos sociales interiores y
exteriores al estado.

Cumplida su sentencia y ante la evidencia del colapso
del modelo neoliberal en Latinoamérica, Quispe Huanca
y García Linera salen de la cárcel imbuidos de la
mística intelectual que la prisión otorga a los
detenidos políticos. Su convicción en la búsqueda de
la autonomía indígena persiste pero su estrategia
cambia y mientras García Linera construía una imagen
pública de referente de opinión urbana que legitimaría
las demandas autodeterminativas aymarás, Quispe Huanca
consolidaba un movimiento indianista ? exterior al
estado ? que conservaba su eje de acción en las
mitológicas comunidades lacustres en torno al
Titicaca, pero que en diez años de su reclusión había
crecido y se había desplazado de la estéril planicie
altiplánica hasta la naciente ciudad de El Alto.

Sin embargo, aunque en abril de 2000 es el movimiento
de la subalternidad urbana el que gana protagonismo en
la subversión contra el estado, en septiembre de ese
mismo año un alzamiento eminentemente indio en el
altiplano paceño se convierte en el correlato del
movimiento ciudadano.


 ** 2002. Fundación del MIP 


El corolario de esta evolución de estrategias en el
movimiento indianista aymará lo constituye la
fundación de un instrumento político, el Movimiento
Indígena Pachacuti, que conjura el principal argumento
de descalificación del gobierno sobre el proyecto
político del "Mallku": Su amenazante exterioridad al
estado.

Sin embargo, aunque la creación del MIP le otorga
legalidad a su movimiento, lo que a Quispe le interesa
es la legitimidad entre sus iguales y durante la
pasada campaña electoral demuestra en repetidas
ocasiones que no le interesa en absoluto ganar
simpatías ciudadanas en las urbes tradicionales y que
el MIP es un modular discursivo para interpelar y
recuperar a la fuerza social campesina aymará migrada
a la actividad productiva fabril e informal en la
ciudad de El Alto.


 ** Octubre rojo: La rearticulación del movimiento
popular.


En octubre de este año, estos dos escenarios políticos
divididos por la segregación racista del estado
blancoide ? la periferia urbana y la comunidad rural ?
se integran nuevamente, identificados en la exclusión
y la negación ejercitados sobre ellos. En el discurso
político del estado existe un doble mecanismo de
exclusión que segrega al pobre, pero que también
segrega al indio. El componente rural integrado por el
movimiento cocalero y el movimiento indianista se
integra en torno al discurso de la recuperación de la
soberanía del territorio y los recursos. Ya
articulados, ambos interpelan a un tercer actor
social, un movimiento indígena suburbano, desde la
necesidad de recuperar la soberanía sobre los
hidrocarburos.

Movimientos sociales idénticos en origen y disímiles
en evolución histórica, consiguen articularse en un
momento en que la crisis histórica boliviana y la
disputa entre sus elites dominantes y su subalternidad
ha tocado fondo El proyecto subversivo indígena y las
elites empresariales en el poder representan dos
visiones de mundo tan diametralmente opuestas como
sólo pueden serlo el imaginario occidental, residente
en la estructura de un estado castizo y neoliberal sin
vuelta y la cosmovisión andina, perviviente y ahora
manifiesta en la identidad de un indígena enajenado de
su condición obrera, sin los medios para ser
agricultor y sin posibilidades efectivas de ejercer
como ciudadano.

Este inconciliable choque de concepciones de mundo,
que remonta antecedentes hasta 1512, ha mostrado
vigencia en el presente de un modo nefasto, pero ha
demostrado también, de modo categórico, la naturaleza
inalienable del derecho indígena a la tierra y a ser
actor dentro del estado y ha demostrado, de modo
indiscutible, la vulnerabilidad de los gobiernos
"encomenderos" y de la política exterior del
imperialismo frente a la simple voluntad ciudadana de
subvertirse contra el neocoloniaje. 

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Lista de discusión Aymara 

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